Las expectativas influyen en el comportamiento

Las expectativas influyen en el comportamiento

“El efecto Pigmalión, es un término que se utiliza en psicología para referirse al fenómeno por el cual las expectativas y las creencias que posee una persona influyen directamente en las conductas, en el rendimiento y en los resultados de otra, bien sea de manera positiva; produciendo un alto rendimiento, o por el contrario, afectando de manera negativa sobre el mismo, saliendo así perjudicado.” (“Instituto Europeo de Psicología Positiva. Efecto Pigmalión, el enorme poder de las expectativas”).

“El mito griego de Pigmalión y Galatea.

El origen de la expresión efecto Pigmalión, se remonta a un mito griego. Pigmalión, un rey chipriota y un habilidoso escultor, estaba obsesionado por encontrar a la mujer perfecta. En su soledad y en su frustrada búsqueda, decidió tallar la mejor de sus obras; la definitiva, una estatua de marfil que representara su bello ideal de mujer. Y la llamó Galatea. Pigmalión se enamoró profundamente de su creación. Y era tan vehemente su pasión y admiración por ella, que rogaba todos los días a los dioses que la convirtieran en una mujer real, de carne y hueso. Y así fue: Galatea cobró vida.

¿Qué es el efecto Pigmalión?

¿Eso ya lo sabía yo? Lo veía venir. ¡No vas a ser capaz! ¡Te lo dije! ¿Quién no ha escuchado alguna vez frases como éstas? ¿Quién no las ha pronunciado? ¿Recuerdas qué sentiste, qué efecto causaron en ti, recibir alguna de estas frases o parecidas? ¿Era alguien importante quién las pronunció? ¿Te sentiste torpe, frágil, lleno de inseguridad? Tal vez has oído hablar del ‘Efecto Pigmalión’. Es un mecanismo psicológico o emocional, que puede condicionar y determinar las aspiraciones y logros de las personas. Es importante conocerlo, entender cómo funciona, en qué consiste. Tanto para saber gestionarlo, si se dirige hacia nosotras o nosotros, como para comprender la responsabilidad que tenemos al ejercerlo sobre otras personas. Cada día nos vemos sometidos a etiquetas: críticas, juicios, opiniones y expectativas de nuestro entorno social, laboral y familiar, y es lógico que nos afecten de alguna manera. Pero, ¿te has parado a pensar hasta qué punto esas opiniones han podido condicionar tus logros, tus metas, o tus creencias y opiniones? El efecto Pigmalión, es la influencia que tienen las expectativas de los demás sobre nosotros; que afectan a nuestras propias creencias y conducta, de tal manera, que se acaban confirmando esas expectativas.

Las etiquetas y los prejuicios.

Las etiquetas y los prejuicios que nos aplicamos –o que aplicamos a otras personas– tienen consecuencias:

  • Cuando tenemos un prejuicio hacia otra persona, actuamos con ella guiados por ese prejuicio. Las percepciones, interpretaciones y valoraciones que hacemos de los demás, es decir los juicios [de valor] que establecemos sobre los otros, condicionan el modo en el que actuamos con ellos. Al realizar un juicio previo, al anticipar –muchas veces sin suficiente información– las capacidades y posibilidades de otra persona, actuamos en consonancia con ese juicio. [Que en realidad es un prejuicio].
  • Cuando otra persona expresa o muestra un prejuicio hacia nosotros, podemos tender a valorarnos en función de ese prejuicio. Las formas de actuar de los demás hacia nosotros pueden influir, incluso condicionar, las creencias y expectativas que tenemos sobre nosotros mismos.
  • Los prejuicios que tengo sobre mí mismo, o sobre mi misma, pueden limitarme y condicionarme. Las etiquetas que yo me pongo, la anticipación sobre mis posibilidades de éxito en una empresa o cometido, pueden condicionar mi desempeño y dificultar que alcance mis metas. Es lo que se denomina ‘profecía autocumplida’.
  • Mis comportamientos hacia los demás generan prejuicios. Mis acciones influyen en las creencias que los demás tienen sobre mí. Podemos generar prejuicios y etiquetas sobre nosotros o nosotras que costará mucho cambiar en el futuro: ‘Cría fama y échate a dormir’.

El experimento de Rosenthal y Jacobson.

El experimento de Rosenthal y Jacobson, es el más emblemático en el campo de la psicología educativa, que destaca el poder del efecto Pigmalión en el ámbito escolar. Sucedió a finales de los años 60 y supone un precedente en el estudio de la influencia de las expectativas en el desarrollo y rendimiento en los niños.

En qué consistió el experimento:

  • Test de inteligencia al ‘azar’. El experimento de Rosenthal y Jacobson se centró en el área académica, en particular, en un colegio de San Francisco (California), donde realizaron un test de inteligencia a niños y niñas de los cursos de infantil y de primaria. Una vez hecho el test, se les comunicaba a los profesores una lista de alumnos que supuestamente habían puntuado alto en dicho test, lo que conllevaba que tendrían un avance significativo en su rendimiento a final de curso. Pero en realidad, esa lista de alumnos había sido construida completamente al azar, sin tener en cuenta dicho test.
  • El objetivo. En este experimento el objetivo eran los profesores, y las expectativas que éstos pudieran desarrollar hacia los alumnos señalados como ‘más inteligentes o capaces’, y si estas expectativas influían en la forma en que actuaban hacia ellos.
  • Resultado final. Efectivamente, lo que pasó, es que los profesores se volcaron más en esos alumnos, les estimularon y dedicaron más atención que al resto, lo que acabo influyendo positivamente en su rendimiento, cumpliendo así con las expectativas puestas en estos alumnos y alumnas.” (“Área Humana. El efecto Pigmalión y la Profecía Autocumplida”).

El efecto Pigmalión en la biografía de Thomas Alva Edison.

Áreas de influencia del efecto Pigmalión.

“El efecto Pigmalión es la influencia que tienen las expectativas de una persona en otra, y puede tener efectos positivos y negativos:

  • En la educación. Un profesor que elogia a un estudiante por su inteligencia, puede reforzar su autoimagen y confianza, lo que puede llevar a un mayor esfuerzo y dedicación.
  • En el ámbito laboral. Un jefe que cree en las capacidades de su equipo, puede hacer que este rinda mejor que otro equipo con las mismas habilidades.
  • En casa. Si los padres confían en que su hijo puede montar en bicicleta, pueden ayudarlo a hacerlo y desarrollar su autoestima.
  • En el deporte. Si se le repite a un deportista que es un fracasado, puede anular o retrasar su crecimiento.
  • En la empresa. Un trabajador que recibe constantemente la aceptación y el reconocimiento de su jefe, puede tener una alta autoestima y un alto desempeño.
  • En la comunicación. Incentivar una comunicación abierta y de confianza, puede ayudar a aplicar el efecto Pigmalión de forma positiva.

El efecto Pigmalión también puede tener un lado negativo, conocido como “efecto Golem”, que se produce cuando las expectativas son demasiado exigentes y provocan estrés y desconfianza.”

“Recomendaciones para gestionar positivamente nuestra influencia en otras personas:

  1. Revisa tus prejuicios.
  2. No etiquetes.
  3. Atiende a las conductas. Céntrate en lo que ‘la persona hace’ y no en concluir lo que ‘la persona es’.
  4. Refuerza los logros y avances. Motiva basándote en datos reales.
  5. Identifica y atiende a lo positivo. Identifica y atiende a los recursos de la persona. En ocasiones se subestiman, se pasan por alto o ‘se dan por hecho’.
  6. Propón retos realistas. Metas medibles y alcanzables.
  7. Valida y normaliza las emociones desfavorables. Si aparece la tristeza, la frustración, la rabia, entiende y expresa que son emociones normales y que necesitan sentirse y regularse con normalidad.

Seis claves para gestionar tus profecías autocumplidas:

  1. Identifica tus pensamientos ‘adivinatorios’ o ‘profecías’.
  2. Construye expectativas realistas.
  3. Rescata situaciones pasadas de éxito.
  4. Desdramatiza las consecuencias y busca un plan de acción eficaz.
  5. Empodérate, confía en tus recursos y posibilidades.
  6. Confía en el poder de las palabras: repítete frases motivadoras que te ayuden a enfrentar las situaciones adversas.” (“Área Humana. El efecto Pigmalión y la Profecía Autocumplida”).

Hemos visto en este artículo, el gran poder que tienen nuestras palabras y que se manifiestan en los demás, como el “efecto Pigmalión”, o en nosotros mismos, como “profecía autocumplida”. Seamos conscientes, que nuestras palabras tienen el poder de impulsar o desanimar; de crear o destruir; de bendecir o maldecir. Procuremos, que nuestras palabras sean amables y constructivas con nosotros mismos y con los demás.

Eduardo Flores Zazueta

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