La Falsa Cultura del Éxito

La Falsa Cultura del Éxito

En la actualidad se pondera en demasía el éxito y en alcanzarlo; para los jóvenes se ha convertido en una obsesión. Los medios de comunicación, exhiben como ejemplos a seguir, a empresarios, artistas, directivos de empresas, o a personas que se han colocado como figuras públicas, por haber alcanzado ciertos objetivos personales. En todos los casos existe un amplio reconocimiento social y es ahí en donde radica la trampa, porque si no se alcanza ese objetivo, las personas se sienten frustradas y fracasadas.

¿Qué es el éxito?

“El éxito es un estado o condición de cumplir con un rango definido de expectativas. Puede verse como lo opuesto al fracaso.” (“Wikipedia. Éxito”). La pregunta es, ¿esas expectativas son personales, laborales, familiares y/o sociales?, es decir, ¿son internas o externas?

Las Expectativas vs. la Realidad.

“De pronto las cosas no han salido como esperabas, ¿error o fracaso? ¿Qué fue lo que pasó? Los resultados adversos de nuestras decisiones y acciones suelen hacernos sentir terrible, con una sensación de abatimiento, enojo, incluso vergüenza frente a las expectativas, o el qué dirán los otros.

¿Después de las consecuencias adversas conseguidas, hemos fracasado y no hay más qué hacer? ¿Cómo asumir estos resultados si sólo hemos tomado una mala decisión? Hemos cometidos errores o hemos fracasado. Los resultados de nuestras acciones acarrean consecuencias que no siempre son como esperamos, y ello nos hace sentir fracasados, aunque a veces hayan sido errores, de los cuales sería mejor aprender que tomar una actitud derrotista. Por ello hablemos hoy de la diferencia entre error y fracaso.

¿Error o fracaso?

Errar —ya lo dicen— es intrínsecamente humano. La palabra proviene del latín ‘errare’ que significa fallar o equivocarse. Cada acción que cometemos está sujeta, de cierto modo, a un momento experimental del cual se da una consecuencia no deseada de forma accidental no premeditada. Si bien no ha habido voluntad en el acto de errar, y puede ser imprevisto, un error puede ser también consecuencia de una negligencia o una toma de decisiones arrebatada por motivos emocionales. Ello es lo que nos lleva a un resultado adverso; un error se convierte en un fracaso cuando se repite varias veces sin aprender de él. El error nos ubica en el camino del intento, aunque ello no resulte como esperáramos; pero tiene que significar también un camino de aprendizaje y mejora.

La inexperiencia o falta de conocimiento, la inmadurez y nuestro ego, así como diversos factores psicológicos que están latentes en nuestro subconsciente, nos pueden llevar a cometer esos errores; por lo que el primer paso para corregirlos o sacar algo bueno de ellos es conocernos y reconocer aquello que nos ha llevado a cometer dichas equivocaciones [posibles actos fallidos*].

*”Se llama acto fallido (también conocido como desliz freudiano) a aquel acto que pone de manifiesto una expresión diferente e incluso contraria a la intención consciente del sujeto. Puede presentarse en la acción, en el discurso verbal o en un gesto. El resultado obtenido no es el que explícitamente se perseguía alcanzar, sino que ha ocurrido un reemplazo que escapa a la consciencia del sujeto actuante.” (“Wikipedia. Acto fallido”).

Faltar a la honestidad y omitir esas razones por las que se ha errado nos llevan, por el contrario, en el camino del fracaso, además de las consecuencias que en sí mismo lleva ya el error, incluso hacia nuestras relaciones emocionales con los demás. No reconocer que nos hemos equivocado y cuáles son las motivaciones, con miras a aprender del error y mejorarnos, puede llevarnos al fracaso.

Muchos hablan del miedo al fracaso, por eso suelen no continuar hacia los objetivos deseados, temen no obtener el éxito buscado e incluso les atemoriza cometer errores. Pero el fracaso en realidad es rendirse, renunciar a la acción, evitar tomar decisiones; es la inacción, la parálisis frente al futuro. El fracaso es perder la voluntad para hacer algo mientras que el error, aun siendo una decisión personal, nos debe impulsar a la mejora. El fracaso nos impide levantarnos y salir adelante. Es una decisión interior que se sustenta en el miedo ‘al fracaso’, pero que en realidad es temor a ser juzgados por otros, al rechazo, a la pérdida de la comodidad o la llamada zona de confort (emocional, social o monetaria, etc.).

Si vemos sólo fracaso, nuestras emociones son negativas y sólo servirán para ponernos a la defensiva o bajo una actitud depresiva de abulia y apatía, lo que no suma nada ni nos pone frente a nuevos retos. Nos impide crecer y avanzar. En cambio, cuando nos enfrentamos al error o al fallo de forma positiva, podemos producir aprendizaje que sirva para afrontar nuevos retos con grandes posibilidades de éxito, pues habremos corregido y evitado nuevos errores.

Superar el error.

Para aprender del error y superarlo debemos analizar lo que nos llevó a actuar de tal forma en que lo hicimos. Conocer cuáles fueron nuestros motivos para esas acciones, cuál fue el aprendizaje final. Será importante preguntarnos si volviéramos a estar en la misma situación qué haríamos distinto, qué haremos si nos vuelve a pasar. Superar el error nos impide temer al supuesto fracaso, nos evita sentirnos paralizados frente al futuro e incluso librar miedos subconscientes frente a nuestro propio éxito.

Perdonar el error.

Uno de los factores que nos puede llevar al fracaso es que no sepamos perdonar nuestro error, por miedo al ridículo, al juicio ajeno o porque tengamos una personalidad perfeccionista. Por ello hay que trabajar en el autoperdón; impulsar una conciliación de nuestro error con nuestras creencias y valores. Implica también trabajar con nuestra autoestima que se pudo ver lastimada ante el resultado adverso, o que previamente la dejamos tomar decisiones impulsada por la inseguridad o la vanidad. No reconocer y acepar el error para cambiarlo es una cuestión que va de la mano con un ego mal entendido o un orgullo desmedido. El fracasado es quien comienza a culpar a los demás de sus errores.” (“Blog de Jorge Domínguez, Psicoterapeuta ¿Error o fracaso? ¿Qué fue lo que pasó?”).

Las causas del error.

“En psicología se explica que los humanos establecemos todo el tiempo atribuciones sobre las posibles causas de lo que nos ocurre. Por ejemplo: si te sientes mal por cometer un error puedes escapar al desasosiego haciendo atribuciones externas (la causa del error no dependió de mí), inestables (es probable que no vuelva a ocurrir) y específicas (no ocurrirá en otra situaciones distintas) sobre el fracaso.

Veamos dos formas de encarar un mismo problema. La primera te libera y la segunda te hunde y te acerca a la sensación de fracaso:

  • Supongamos que te vaya mal en un examen y aplicas este tipo de atribuciones: piensas que el profesor exigió demasiado (causa externa), que la insuficiencia académica es un hecho aislado y no tiene por qué volver a ocurrir (causa inestable) y que esta falla no afectará otras materias (causa específica). Una persona que piensa así, si es realista, honesta y asume su responsabilidad real, no se sentirá mal ante el fracaso, ni se autocastigará. Se tratará con cuidado y respeto. No pensará que es un desastre, ni atribuirá todo el fracaso a su persona como consecuencia de una generalización irracional. Se dará otra oportunidad.
  • Supongamos ahora el caso opuesto, que ante un mal resultado en un examen la persona pensara que la causa es: interna (‘El error dependió totalmente de mí’, ‘Soy el responsable único de lo ocurrido’), estable (‘Siempre me ocurrirá lo mismo’) y global (‘Seguiré fallando en los exámenes de distintas materias’). Con este razonamiento la conclusión y rotulación final es apenas obvia: ‘Soy un fracaso, no soy capaz, soy una persona poco inteligente y no tengo forma de evitarlo’. Atrapado en la más profunda decepción de uno mismo.

Es este segundo caso el que te llevará indefectiblemente a la depresión si lo aplicas con frecuencia, ya que asumes toda la responsabilidad del hecho sin atenuantes e injustamente y lo atribuyes de manera categórica a tu escasa capacidad intelectual. Inescapable. Además, como si no fuera suficiente, haces un pronóstico catastrófico de tiempo y lugar a seguir fracasando en cualquier situación académica ¿Cómo podrías sentirte bien pensando de esta manera?

Aunque te parezca extraño, muchas familias y centros educativos estimulan este tipo de reflexiones pensando que si te exiges exageradamente y vez un futuro gris te pondrás las pilas para evitarlo y aprenderás a ser mejor a base de sufrimiento y una autoexigencia despiadada. Los psicólogos cognitivos decimos que esta manera de interpretar los hechos negativos (atribuciones internas, estables y globales para el fracaso), llevada al extremo, te arrastrará a sentirte un miserable y profundamente imperfecto, sin serlo.” (“Blog de Walter Riso, Doctor en Psicología; especialista en Terapia Cognitiva. El arte de sentirse fracasado, sin serlo”).

A todo esto, ¿en qué consiste el verdadero éxito? En ser uno mismo y cumplir consigo mismo; el dar lo mejor al realizar las actividades individuales, familiares, laborales y/o sociales, sintiéndonos plenos y satisfechos. Recordemos la reflexión de Woody Allen, director de cine, guionista, actor, comediante y músico estadounidense: “No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo”.

Eduardo Flores Zazueta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.