El Odio es Generado y Retroalimentado Conscientemente

El Odio es Generado y Retroalimentado Conscientemente

“El odio es un sentimiento de intensa antipatía hacia algo o alguien, a quien se le desea el mal y se le profesa un desagrado sostenido en el tiempo. Se describe normalmente como lo opuesto al amor, y es un sentimiento que a menudo conduce a la rabia, la enemistad e incluso la violencia. Existen distintas causas por las cuales el odio llega a producirse: la envidia, el resentimiento, la asociación con causas contrarias a la propia, o simplemente la necesidad de buscar un chivo expiatorio para los propios padecimientos. Del modo que sea, las personas que sienten odio a menudo incurren en conductas, pensamientos o sentimientos coléricos, de violento desagrado hacia aquello que odian.

Si bien el odio es un sentimiento intenso de desprecio que puede llevarnos a desear mal a otro, su naturaleza es muy diferente de la ira o la rabia. En primer lugar porque el odio es un sentimiento generalmente consciente y duradero, que puede abarcar toda una vida o incluso generaciones enteras. El odio no necesariamente va acompañado de un estallido de rabia. Por el contrario, con el paso del tiempo el odio se torna frío y maquiavélico, lo cual es mucho más peligroso, ya que una persona que odia puede invertir tiempo y razonamiento en hacerle daño a quien odia.” (“Concepto de. Odio”).

¿Cómo se origina el sentimiento de odio?

“El Dr. Fred Luskin es cofundador y director del Proyecto de Perdón de la ‘Universidad de Stanford’. En su libro, ‘Forgive for Good’, (‘Perdonar es Sanar’), documenta bien el concepto de un profundo dolor y su vínculo con el odio y la necesidad de perdonar. Un profundo dolor es cualquier circunstancia, queja o resentimiento, que la persona considera injusto o dañino. Puede ser real o imaginario. Según Luskin, se da un profundo dolor ante la coincidencia de dos situaciones:

• Sucede algo en la vida que no queríamos que sucediera.

• Enfrentamos el problema pensando demasiado en éste.

Cuando estas dos cosas suceden simultáneamente, básicamente estamos dándole demasiado espacio en nuestra mente a ese dolor en particular. […]

Los factores también están presentes cuando alguien forma una pena dentro de sí:

• La persona toma la ofensa de manera muy personal.

• La persona culpa al ofensor por cómo se siente.

• La persona crea una ‘historia de pena’ que relata una y otra vez.

La historia de penas es simplemente un relato de la experiencia dolorosa, proveniente de un pasado que no sanó. Esta historia mantiene a la persona atrapada en los recuerdos dolorosos. Cuanto más relata y ensaya su historia, tanto más se arraigarán la amargura, el resentimiento y la falta de perdón. Cada vez que cuenta su relato, los sentimientos de dolor, ira y resentimiento surgen a la luz. La herida emocional no sana nunca porque continuamente se quita la costra de la cicatrización que quiere formarse para sanarla.” (Págs. 143-145. “Emociones que Matan”. Dr. Don Colbert).

El odio es enemigo de la empatía.

“El odio, compañero desde el origen del individuo, es la emoción que se resalta en las relaciones personales en las que se suceden maltratos, desde el más sutil hasta el más perverso, llegando a ser el motor principal de catástrofes humanas como el terrorismo y los genocidios. Cuando odiamos activamos un circuito neuronal cerebral que tiene que ver con una emoción destructiva hacia nosotros y hacia el objeto de desprecio. El odio, enemigo de la empatía, accede a sacar nuestro lado más oscuro con el fin de desear el peor de los deseos para otras personas, o grupos de ellas de manera extrema. Conceptos como las razas, las ideas políticas, la religión y las relaciones amorosas activan este sentimiento con el fin de que el ser humano pueda desatar sus emociones más dañinas.

Diferencia entre la ira, la agresividad y el odio

La psicóloga Pilar Guerra explica que mientras que la emoción de ira o agresividad, son mecanismos de supervivencia necesarios para una finalidad determinada, odiar en sí no tiene una base o finalidad para el efecto de sobrevivir. ‘Expertos en el tema sostienen que el odio es una emoción que se va construyendo y desarrollando de manera cultural. Odiar, por lo tanto, nos sirve para alertarnos, atacar, evitar o destruir todo aquello que interpretamos que pueda ser amenazante para nuestra tranquila supervivencia. El odio no es un instinto primario. Un estudio revela que la maldad relacionada con odiar solo aparece en el ser humano cuando éste es consciente de esta emoción. También está relacionado con la emoción de rechazo hacia otros’, remarca.

Pilar Guerra no quiere pasar por alto otro aspecto importante: el odio, además, también se aprende dependiendo de la familia en la que hayamos nacido y la sociedad cultural a la que pertenezcamos. ‘Vemos todas aquellas muestras que denoten odio. El aprendizaje se da por imitación: todo lo que observamos lo repetimos. Aun así, afortunadamente, hay muchos que aprendemos por oposición a lo que nos han enseñado. Tener la habilidad de discernir hace que muchos seres humanos podamos elegir entre odiar, o simplemente desarrollar otras muchas emociones que tengan que ver con la armonía y la estabilidad’, concluye.” (“Hola ¿Por qué odiamos?”)

¿Qué dice la Neurociencia respecto al odio?

Emile Bruneau es director del Laboratorio de Neurociencia de Paz y Conflicto de la Universidad de Pensilvania. Pero sobre todo es uno de los científicos que más en serio se está tomando la investigación sobre los orígenes del odio.

Un fMRI (una imagen por resonancia magnética funcional), muestra como a diferencia de lo que ocurre con el amor, cuando odiamos a alguien en lugar de desactivarse las zonas que se asocian habitualmente con el juicio, con el análisis, se activan, y, además, se encienden las zonas que se ponen a funcionar cuando estamos juzgando a otro ser humano y estamos tratando de predecir cuál va a ser su comportamiento, cuál va a ser su siguiente paso. Se ha descubierto también que el sentimiento de odio habita en lo que los neurocientíficos denominan como ‘circuito del odio’: el giro frontal medio, el circuito derecho del putamen, el cortex premotor y la ínsula, muchos de ellos vinculados también al comportamiento agresivo. Sin embargo los mecanismos de rabia, peligro y miedo siguen distintos patrones que el odio.

Para poder entender por qué un ser humano es capaz de odiar a otro ser humano, tenemos que entender cómo funciona la empatía en nuestro cerebro. En nuestro cerebro, el concepto opuesto a ‘amor’ no es ‘odio’, sino ‘indiferencia’. Es un matiz importante (básicamente, es el matiz que justifica lo de que un fMRI no nos dé la fotografía que buscamos). También tenemos que entender que la indiferencia está ligada a la empatía del ser humano. Un psicópata, por ejemplo, puede demostrar en una prueba de fMRI los mismos destellos neuronales en la pantalla en respuesta a unas imágenes dolorosas que una persona que no es un psicópata. Pero es que puede estar experimentando alegría en lugar de angustia y el fMRI no va a ser capaz de distinguirlo. Y fíjate qué importante es una emoción frente a la otra. La empatía no son los destellos neuronales que se ven en una imagen en una región cerebral concreta, sino lo que haces con esa información. Eso es la empatía. (Esquire. Actualidad “¿Por qué odiamos? El neurocientífico que analiza los grandes conflictos de este siglo nos lo explica”).

El Odio según las Enseñanzas Budistas.

“Cuando el budismo habla acerca de ‘los tres fuegos’ que nos consumen, se refiere a ellos de diferentes formas. Les llaman, ‘los tres venenos’, ‘las tres raíces del mal’, ‘los tres envilecimientos’, ‘las tres corrupciones’ y otros nombres más. Genéricamente se agrupan bajo la palabra kleśā. El budismo, más que otras filosofías, hace hincapié en la importancia de evolucionar para que lo externo deje de atormentarnos. A su juicio, tenemos que trabajar en los tres fuegos que nos consumen: la ignorancia, el apego y el odio. […]

El odio es un sentimiento que lleva a un deseo intenso de destruir. Casi siempre aparece asociado con sentimientos como rencor, desprecio y aversión, entre otros. Se trata además de un sentimiento que demanda una enorme cantidad de energía vital. Así mismo, el odio es invasivo. Una vez se asienta, tiende a impregnar todo lo demás. Nos hace proclives a la ira y se convierte en una barrera que impide la expansión de nuestra esencia, en toda su plenitud. El odio es ignorancia porque alimenta una mirada superficial sobre los errores o defectos de otros. Si los viésemos con atención plena, comprenderíamos sus limitaciones y sentiríamos compasión, en lugar de ira.

‘Los tres fuegos’ que nos consumen, ignorancia, apego y odio, hacen precisamente eso: consumirnos. Se trata de fuerzas que nos carcomen, que se roban nuestra energía vital o nos llevan a derrocharla sin ningún provecho. Las principales víctimas de estas fuerzas somos nosotros mismos. Alimentar esos venenos interiores se paga con sufrimiento. (“La Mente es Maravillosa. Los tres fuegos que nos consumen, según el budismo”).

El dolor, la ira y el resentimiento, pueden producir el sentimiento de odio y éste se genera de manera consciente y se retroalimenta voluntariamente. De esta forma, el veneno y el antídoto radican en nuestra propia mente. Recordemos las palabras del Apóstol Juan: “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas”. (1 Juan 2:9).

Eduardo Flores Zazueta

Un comentario en "El Odio es Generado y Retroalimentado Conscientemente"

  1. Felicidades x este Blog que sea el inicio de una escuela y de compartir con muchas personasmese enorme conocimiento y amor con el que Dios te ha bendecido
    Eres un guía y maestro maravilloso. Enhorabuena

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