La indiferencia es falta de Amor
“La indiferencia es una forma de agresión psicológica. Es convertir a alguien en invisible, es anularlo emocionalmente y vetar su necesidad de conexión social para llevarlo a un limbo de auténtico vacío y sufrimiento. Dicha práctica, como ya sabemos, abunda en exceso en muchos de nuestros contextos: la vemos en escuelas, en relaciones de pareja, familia e incluso entre grupos de amigos. Falta de comunicación, evitación, hacer el vacío de forma expresa, en frialdad de trato. Nadie está preparado para habitar en ese vacío social, donde los demás pasan a través nuestro como si fuéramos una entidad sin forma. Nuestras emociones, nuestras necesidades y la propia presencia están ahí y demandan atención, ansían afecto, respeto: el ser visibles para el resto del mundo.
Sus consecuencias:
- Genera una fuerte tensión mental.
- Confusión.
- Da origen a una autoestima baja.
Las personas, como seres sociales que somos y dotados a su vez de unas necesidades emocionales, aspiramos a establecer una relación de constante interacción con nuestros seres queridos: familia, amigos, pareja. Si en un momento dado empezamos a percibir silencios, vacíos, frialdad y despreocupación, nuestro cerebro (y en concreto nuestra amígdala) entrará en pánico. Nos avisará de una amenaza, de un miedo profundo y evidente: el de percibir que ya no somos amados, apreciados. Lo más razonable en estas situaciones es entender qué sucede. Esa desconexión emocional siempre tiene un origen y como tal debe ser aclarado para poder actuar en consecuencia. Si hay un problema lo afrontaremos; si hay un malentendido lo solucionaremos; si hay desamor lo asumiremos e intentaremos avanzar. Porque si hay algo que queda claro es que nadie merece vivir en la indiferencia; ninguna persona debe sentirse invisible en ningún escenario social, ya sea en su propio hogar, en su trabajo, etc. La indiferencia largamente proyectada sobre alguien en concreto, o sobre un grupo social es una forma de maltrato. Aún más, en un estudio llevado a cabo en la ‘Universidad de California’, se demostró que este tipo de dinámica basada en la exclusión y en la despreocupación, genera dolor y angustia. Es un sufrimiento que trasciende nuestras emociones para llegar también a nuestro cuerpo.” (“La mente es maravillosa. El castigo de la indiferencia”).
El experimento del Dr. Masaru Emoto con el arroz.
Fue un científico japonés conocido por su trabajo sobre la influencia de la conciencia humana en el agua. Sus experimentos sugieren que las palabras, pensamientos y emociones pueden afectar la estructura molecular del agua y, por lo tanto, en su calidad. El Dr. Emoto realizó el experimento siguiente: en tres recipientes puso arroz y agua para que germinaran. Al primero lo bendijo, al segundo lo maldijo y al tercero no le hizo caso, lo trató con indiferencia. El recipiente que sufrió la indiferencia, fue el primero que se llenó de hongos y se pudrió, después al que maldijo y sólo germinó el que fue bendecido.
“Las causas de la indiferencia.
- Falta de implicación emocional. El hecho de que una persona sea significativa para nosotros no siempre implica que nosotros seamos igualmente importantes. Algunas personas pueden adoptar una actitud indiferente porque no somos lo suficientemente significativos desde el punto de vista emocional. No perciben que exista una conexión afectiva sólida y prefieren mantener la distancia.
- Necesidad de protegerse. Hay personas que prefieren no amar para evitar ser heridos, en estos casos, prefieren distanciarse emocionalmente y utilizan la indiferencia como escudo. Son personas que le temen al compromiso y que no quieren tener ataduras emocionales, casi siempre porque han vivido en carne propia experiencias traumáticas de abandono y no desean volver a experimentar ese dolor.
- Arma de manipulación. En algunos casos, sobre todo en las relaciones de pareja, la indiferencia se convierte en un arma de manipulación emocional. Cuando una persona sabe que la otra le ama lo suficiente como para ceder, puede adoptar una actitud indiferente para lograr sus objetivos. En estos casos, la indiferencia se utiliza como un instrumento de castigo.
- Necesidad de espacio. Hay personas que, por su naturaleza, son más distantes emocionalmente, no expresan con facilidad sus sentimientos y prefieren mantener las distancias. En otras ocasiones, simplemente están atravesando un periodo de su vida en el cual necesitan más espacio, como puede ser la adolescencia o después de una ruptura de pareja. Como resultado, estas personas pueden utilizar la indiferencia para proteger su espacio.
- Autonegación. Una persona puede asumir una actitud indiferente porque ve en el otro algo que reconoce en sí mismo pero que no quiere aceptar. Por ejemplo, alguien que ha escalado varios escaños sociales puede mostrarse indiferente ante personas que pertenecen a un grupo social que le recuerda su pasado. En estos casos, la indiferencia es una coraza protectora para que su ‘yo’ idealizado no tenga conflictos.
- Deseo de causar daño. Mal que nos pese, hay personas particularmente rencorosas que son conscientes de que aún tienen un poder emocional sobre alguien y utilizan la indiferencia para causarle daño. En estos casos la indiferencia es un arma de venganza que se usa para golpear al otro donde más le duele.” (“Rincón de la Psicología ¿Por qué una persona se muestra indiferente?”).
Un relato de mi Experiencia Personal en Bolivia.
Cuando realicé mi Retiro Espiritual de 40 días en el Albergue Tomarapi, en Bolivia, en los meses de enero y febrero de 2017, durante 3 noches seguidas, como repasos de mi vida, tuve las ensoñaciones* siguientes: durante la primera de ellas, vi todas las escenas en las que me ganó la rebeldía. En la segunda, fue la relación de todos mis vínculos amorosos y finalmente en la tercera noche, de manera sucesiva se presentaron todas las escenas en las que me había mostrado indiferente. Especialmente en una de ellas, me di cuenta que esa indiferencia tuvo consecuencias kármicas posteriores. Al finalizar esta última secuencia de imágenes, una Voz amorosa pero firme me dijo: La indiferencia es falta de amor. Ésta fue la gran lección que recibí durante mi Retiro Espiritual cerca del Nevado Sajama, la Montaña Sagrada Ancestral.
*“Qué es el ensueño, ¿cómo diferenciar el estado de ensoñación del soñar cotidiano? La respuesta es muy sencilla: el soñar, a diferencia de su sentido coloquial, es el proceso de cerrar los ojos y simplemente dormir; ensoñar, en cambio, es la actividad en la cual la psique experimenta y vive acontecimientos lejanos a su realidad cotidiana e inmediata; la diferencia radica además en que, al despertar, el ensoñador recuerda lo vivido durante este estado de ensueño. Por ello es importante definir a grandes rasgos las características principales del ensoñar en las comunidades tradicionales o étnicas.” (“Antropología. Revista Interdisciplinaria del INAH. El ensueño: rito de paso onírico-mítico-confirmatorio de los danzantes de Pascola y Venado mayo de San Miguel Zapotitlán, Ahome, Sinaloa”).
El filósofo griego Aristóteles (s. IV a.C.) definió al ser humano como zoon politikón (del griego antiguo, zỗion, animal y politikón, político; este último derivado de polítēs, ciudadano), cuyo significado es “animal político”, o “animal cívico”. Este es su significado literal, pero en realidad Aristóteles nos definió como seres sociales: la interacción con otros personas es esencial para nuestro desarrollo y más aún, para mantener un equilibrio emocional. La indiferencia provoca un vacío emocional; por lo que ese vacío nos induce a sentir ansiedad y a volvernos inestables. Todos los seres humanos necesitamos amor, porque gracias al amor nos conectamos e interactuamos con los demás. Por ello, el dramaturgo, crítico y polemista irlandés George Bernard Shaw, exclamó: “El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad”.
Eduardo Flores Zazueta
Un comentario en "La indiferencia es falta de Amor"
Muy buen artículo, gracias.