Si te sientes ofendido/a, supera tu Importancia Personal

Si te sientes ofendido/a, supera tu Importancia Personal

“La importancia personal, es aquello que nos debilita es sentirnos ofendidos por los hechos y malhechos de nuestros semejantes. Nuestra importancia personal, requiere que pasemos la mayor parte de nuestra vida sintiéndonos ofendidos por alguien. Nos tomamos demasiado en serio, nos damos demasiada importancia y eso nos da pretexto para enojarnos con todo. Así pensamos que tenemos carácter pero somos débiles y arrogantes. Nos sentimos obligados a explicar nuestros actos como si fuéramos la única persona que se equivoca en la Tierra, esto es auto-importancia. Empleamos la mayor parte de nuestra fuerza en mantener nuestra importancia, y que nuestro des­gaste más pernicioso es la compulsiva presentación y defensa del yo; la preocupación acerca de ser o no admirados, queridos, o aceptados. […] La importancia personal tiene dos aspectos, como la cara y cruz de una moneda. La primera es la auto-importancia personal propiamente dicha y la segunda es la auto-compasión que se expresa como el ir por la vida de víctima. Víctima de mi pareja, de mis traumas infantiles y de los demás. Siempre que intentamos justificarnos responsabilizando al mundo y a los demás de mi (mal)vivir, estamos alimentando al ‘demonio’ de la importancia personal. Auto-importancia personal y auto-compasión constituyen el más formidable de los obstáculos a nuestra libertad.” (“Blog de Josep María Moreno. La importancia personal”).

¿Cómo se manifiesta la Importancia Personal?

“La importancia que nos concedemos en cada una de las cosas que hacemos, decimos o pensamos, embota todos nuestros sentidos y nos impide percibir la vida de forma clara y objetiva. Según Carlos Castaneda, somos como pájaros atrofiados. Nacemos con todo lo necesario para volar, pero estamos permanentemente obligados a dar vueltas en torno a nuestro ego. La cadena que nos aprisiona es la importancia personal. El camino para convertir a un ser humano normal en un guerrero es muy arduo. Siempre interviene nuestra sensación de estar en el centro de todo, de ser necesarios y tener la última palabra. Nos sentimos importantes. Y cuando la persona es importante, cualquier intento de modificación se convierte en un proceso lento, complicado y doloroso. […]

Don Juan sostenía que el límite de la percepción humana es la timidez. Para poder manipular el mundo que nos rodea, hemos tenido que renunciar a nuestro patrimonio perceptivo, que es la posibilidad de testimoniarlo todo. De ese modo, hemos sacrificado el vuelo de la consciencia por la seguridad de lo conocido. Podemos vivir vidas fuertes, audaces, saludables; podemos ser guerreros impecables, ¡pero no osamos! Nuestra herencia es una casa estable donde vivir, pero nosotros la hemos transformado en una fortaleza para la defensa del yo, mejor dicho, en una cárcel donde hemos condenado a nuestra energía a consumirse en cadena perpetua. Nuestros mejores años, sentimientos y fuerzas se van en el arreglo y mantenimiento de esa casa, porque acabamos por identificarnos con ella. Cuando una criatura se convierte en un ser social, adquiere una falsa convicción de su propia importancia. Y aquello que al principio era un sentimiento saludable de auto-preservación, acaba por transformarse en una ególatra exigencia de atención.

La importancia personal, de los regalos que hemos recibido, es el más cruel. Convierte a una criatura mágica y llena de vida en un orgulloso asustado y con miedo de ser feliz. Debido a la importancia personal estamos llenos de rencores, envidias, miedos, culpas y frustraciones. La importancia personal es homicida, trunca el libre flujo de la energía, y esto es fatal. Ella es la responsable por nuestro final como individuos. Cuando aprendemos a dejar la importancia personal a un lado, el espíritu se abrirá, jubiloso, como el ave al ser puesta en libertad. Para combatir la importancia personal, el primer paso es saber que ella está ahí. Reconocer sus escondrijos, sus gafas oscuras y sus filtros, ya es medio camino andado. […]

Carlos Castaneda afirmaba: Un modo de definir la importancia personal es el entenderla como la proyección de nuestras debilidades a través de la interacción social. Es algo así como los gritos y actitudes prepotentes que adoptan algunos animales pequeños para disimular el hecho de que en realidad ellos no tienen defensas. Somos importantes porque tenemos miedo, y cuanto más miedo, más ego.” (“Doce Limao. Meditación y calidad de vida. La Importancia Personal”).

Los “Pinches Tiranos”.

El sexto elemento, que es quizás el más importante de todos, pertenece al mundo exterior y se llama el pinche tirano. Me miró como si en silencio me preguntara si le había entendido o no.

-Estoy realmente perdido -dije-. El otro día dijo usted que la Gorda es la pinche tirana de mi vida. ¿Qué es exactamente un pinche tirano?

-Un pinche tirano es un torturador -contestó-. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros, o alguien que simplemente les hace la vida imposible.” (Pág. 10. “El Fuego Interno”. Carlos Castaneda).

“Los pinches tiranos son aquellas personas que nos aguijonean en nuestra importancia personal (Ego). Es un torturador, alguien que le hace la vida imposible al guerrero y tiene el poder de acabar con él. Cualquiera puede ser un pinche tirano para nosotros. Cada uno tiene su particular pinche tirano, bien sea persona o situación adversa contraria a la propia voluntad, especialmente aquellas en las que el ego se siente afectado y amenazado. Situaciones de maltrato, ofensa, humillación, etc. El pinche tirano nos hace de espejo de nuestra importancia personal, podemos ver todo eso que nos hace daño, pero no queremos desapegarnos de ello. El pinche tirano nos hace de resonador de los elementos negativos de uno mismo. Proyectamos nuestros problemas sobre los pinches tiranos, los cuales reflejan nuestros propios conflictos.

El problema está en uno y tiene que ver con la importancia personal. Cuando la importancia personal es muy grande y no tenemos estrategias para manejar las acciones del pinche tirano, sucumbimos ante él. Pero si nos enfrentamos a los pinches tiranos desde una posición de poder, entonces templan nuestro espíritu de guerrero y adquirimos la sobriedad y la serenidad necesarias para enfrentarnos con el mundo de lo desconocido. El defecto fatal es tomar demasiado en serio los sentimientos propios, así como las acciones de los pinches tiranos. Los guerreros tienen una buena estrategia bien pensada y están libres de su importancia personal, pues comprenden que la realidad no es más que una interpretación personal que hacemos de la misma.” (“Psicología Granollers. Los pinches tiranos y la importancia personal”).

El Ego.

“Un exceso de Ego, o de conciencia encerrada únicamente en sí misma, perjudica el crecimiento de una persona, porque al estar tan inmiscuido dentro de ella, quizás ni se entera de que existe un plano superior de la existencia, y que es totalmente posible acceder a él y vivir con mayor libertad. La libertad interior en su máxima expresión, es la recompensa cuando logras acallar el Ego. El Ego es el ‘falso Yo’.

Para identificar qué tipo de Ego predomina en uno, o cuáles son sus combinaciones.

  • Ego Sabelotodo. Es aquel Ego que siempre cree tener la razón, le gusta dar consejos sobre todo, siempre contesta aunque no sepa, cree tener respuesta para todo, no se puede quedar callado.
  • Ego Insaciable. Es el Ego ‘centro de mesa’, no le gusta pasar desapercibido, hace cualquier cosa para llamar la atención.
  • Ego Interruptor. Su necesidad de auto-referencia es tan fuerte que interrumpe permanentemente, nunca deja que los otros terminen de hablar.
  • Ego Envidioso. Es el que no soporta los triunfos y éxitos de otros. Degrada a los que cree que son mejores que él.
  • Ego Prestigioso. Es el Ego que busca aplausos, reconocimiento y admiración en todo lo que hace. Siempre quiere ser el mejor. Frecuentemente les dice a los demás: ‘te lo advertí’, ‘yo sabía’, ‘te lo dije, pero tú nunca me escuchas’, etc.
  • Ego Jinete. Se monta de lo que dicen otros. Se aprovecha de los datos de los demás para su propio beneficio. Saca partido de lo que otros dicen para estructurar sus propias intervenciones. Es copión y usurpador.
  • Ego Sordo. Nunca escucha, le gusta hablar sólo a él, habitualmente finge escuchar.
  • Ego Manipulador. Es aquel Ego astuto que siempre se las arregla, ya sea tergiversando, acomodando, engañando, mintiendo o justificando para que las cosas resulten siempre a su favor.
  • Ego Orgulloso. Es aquel Ego competitivo, discutidor, que no le gusta perder.
  • Ego Silencioso. Es aquel Ego que calladamente tiene un discurso paralelo, es criticón, hipócrita y enjuiciador.” (“Gráfico al Día. Los 10 tipos de Ego y de qué forma te limitan”).

El Ego Espiritual.

“El ego espiritual es un producto del materialismo espiritual, es decir, usar la espiritualidad para servir al ego, en lugar de acercarse al camino espiritual con la intención de intentar ir más allá del ego. Cuando los caminos, prácticas y conceptos espirituales se convierten en esclavos del ego, este es el nacimiento del ego espiritual. En otras palabras, cuando la idea central de una persona sobre sí misma, se rige por la creencia de que es una ‘persona espiritual’, éste es el ego espiritual. Cuando ser una ‘persona espiritual’, eclipsa todo lo demás que es una persona, éste es el ego espiritual en acción. […] Sin embargo, la mayoría de las veces, el ego espiritual, es un pequeño diablo resbaladizo que es difícil de llamar o definir claramente, simplemente porque estamos tan cerca de él y encontramos formas de justificarlo.” (“Mensajes del Sur. El Ego Espiritual – Algunos Signos de un Narcisista Espiritual”, por Mateo Sol11).

He tenido contacto con diferentes grupos, enmarcados dentro de la Tradición o de la Ancestralidad y me he dado cuenta de que todos se critican entre sí. El Abuelo “A” o la Abuela “B”, critica a los Abuelos/as “Y” o “Z”. Y éstos a su vez, critican a los primeros, diciendo que no son Abuelos; que no pertenecen a la Tradición o a la Ancestralidad; que no saben; que inventan, etc. Cuando una persona critica a otra, está en la posición de que él o ella tiene la razón o que está haciendo lo correcto; y qué tal, si ninguno de los dos tiene la razón y más aún, que los dos estén equivocados. Se necesita aceptar todo lo que es afín y respetar lo que es distinto. Es la única forma de que haya entendimiento y acercamiento entre los diferentes grupos y que lleguen a los muy necesarios acuerdos constructivos. Mientras no sea así, la profecía que anuncia: “Sólo cuando el Águila y el Cóndor vuelen unidos reinará la armonía en la Tierra”, no se cumplirá y simplemente será una mera fantasía.

“¿Y cómo puedo soltar este alguien importante que creo ser?

Este es el meollo de todo un proceso interior, que no acaba nunca, y que pasa por muchas fases. De forma muy resumida puedo contarte algunas pautas que me ayudan a reconocer mi sombra, y luego a poder relajar mi creencia de ser un personaje importante separado del mundo:

  • Contactar con el sentir natural de mi cuerpo, mis impulsos y mis emociones. El darme cuenta desde mi cuerpo.
  • Tomar conciencia de mis automatismos inconscientes y de mis creencias repetitivas. Ver sin juzgar todas estas frases que me repito una y otra vez para justificar mi importancia. Notar cuales son estos actos arrogantes de los que no puedo salir, y que limitan mi vida y mi productividad.
  • Dialogar sinceramente con otras personas. Contando y escuchando con sencillez nuestras vidas, nos ayuda también a relativizar nuestra importancia personal.
  • Abrirme al cuestionamiento interior sobre mi propia identidad. Investigar internamente si en realidad soy este alguien que creo ser: ¿quién soy yo?” (“InterSer. Cómo ser más productivo relajando mi importancia personal”).

Para finalizar este artículo, evoco las indiscutibles palabras de Carlos Castaneda: “Nuestra importancia personal requiere que pasemos la mayor parte de nuestras vidas ofendidos por alguien. Yo he seguido esa recomendación al pie de la letra y he tratado de demostrarte por todos los medios posibles, que sin importancia personal somos invulnerables”. (Pág. 8. “El Fuego Interno”).

Eduardo Flores Zazueta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.