El Culto Fálico en las Culturas Ancestrales
“Los símbolos fálicos se conciben como conceptos viriles y de fecundidad, son un término acuñado y plasmado a través de la historia. Los falos son esculturas con forma de penes, se elaboraban con múltiples fines, desde culturas antiguas en las que se han encontrado diferentes representaciones de falos que, dependiendo de su forma, lugar de ubicación o tamaño tenía significados diferentes. Las culturas de Mesoamérica son especialmente ricas en los simbolismos y caracterizaciones fálicas que buscan edificar su historia a través del arte, sin embargo, traspasan el simbolismo hasta, en ciertas culturas, ser una realidad la cual era capaz de levantar distintas sensaciones en quienes lo asimilaban como tal. A lo largo de la historia se han encontrado diversas formas fálicas, cuyas características se diferencian por su uso como amuletos religiosos por su significado místico que han presentado. Las culturas rindieron culto a los órganos viriles masculinos, sin dejar de lado la feminidad.” (Pág. 4. “Representación de los símbolos fálicos prehispánicos en Mesoamérica durante los periodos clásico y postclásico”. Valeria Estefanía Rugel Jordan, Tesis para obtener el Título de Licenciada en Pedagogía de la Historia y la Ciencias Sociales. Quito, Ecuador. 2022).
“Símbolos fálicos en el arte.
Se encuentran esculturas antiguas representando falos en múltiples lugares del mundo. Existen vestigios en la Grecia y Roma antigua. También es un símbolo muy común en la India, donde existe el conocido como lingam o falo, del dios Shiva. Uno de los más antiguos, que fue hallado a principios del año 2005, es el llamado ‘falo de Hohle’, data de la Edad de Piedra, con una edad aproximada de 28,000 años, descubierto en la cueva de Hohle Fels.
Obeliscos y menhires.
En líneas generales se considera que casi todos los antiguos monumentos alargados y erectos, como los obeliscos, el ‘árbol’ Djed y menhires, son representaciones fálicas estilizadas y suelen significar al poder y a la fertilidad; muchas veces las imágenes de serpientes suelen tener también significaciones fálicas (Kukulcán, Renenutet, Kundalini, etc.). En el caso del Djed, es asimismo uno de los antiguos símbolos de la resurrección (junto al loto, el escarabajo pelotero o ḫpru o Jopirru, etc., aunque estos no tengan ningún aspecto fálico, comparten con el obelisco y el ‘árbol’ Djed varios simbolismos). En cuanto al yoga hindú, la Kundalini es una alegoría de la Sakti, o fuerza vital latente que convenientemente ‘despertada’ permitiría una palingenesia o samadhi.
Símbolos fálicos y religión.
Los símbolos fálicos en la religión, hablando antropológicamente, se refieren a la adoración ritual del pene humano por defecto. Han sido encontrados estos referentes en muchas culturas milenarias, como la India, Sumeria y la Grecia antigua.
Shivaísmo. El lingam, todavía se utiliza en la religión shivaísta como símbolo de adoración del dios hindú Shiva. El uso de este símbolo es una tradición desde tiempo remoto en la India. Algunos estudiosos creen que el culto al lingam se origina en la cultura del valle del Indo y en la adoración fálica de culturas prehistóricas anteriores. El lingam, se suele encontrar conjuntamente con el Yoni, símbolo representativo del órgano sexual femenino.
Grecia antigua. En la religión tradicional griega, Hermes, antes de ser considerado el dios de los mensajeros en la mitología griega, era una deidad fálica asociada a la fertilidad masculina. Esto explicaría las condiciones de su descendiente Pan, representado en múltiples ocasiones con una erección constante. También el dios Príapo tendría estas características.
Roma antigua. En la antigua Roma, una figurilla fálica se usaba como joya que servía para alejar el mal de ojo, ya que se le consideraba dotada de un efecto apotropaico [del griego apotrópaios, que aleja el mal; relacionado con un rito; de un sacrificio; de una fórmula, que, por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien]. Por otra parte, corresponde recordar que la radical vir (vires), de la cual derivan, entre otras, la palabra vigor, significa originalmente el falo.” (“Wikipedia. Símbolo fálico”).
La Iglesia Católica. La “plaza de San Pedro” en la Ciudad del Vaticano, en Roma, sede del catolicismo, tiene la forma de una enorme matriz, como una representación simbólica del Principio Femenino: órgano receptor por excelencia; no es acaso, que la misma iglesia se autodenomina: la “Santa Madre Iglesia”. En el centro de la plaza, se encuentra un gran obelisco (representación de Ra; el dios del Sol, en la mitología egipcia. Ra es el símbolo de la luz solar, creador de vida), es un símbolo fálico y representación del Principio Masculino: creador o generador.
El Culto Fálico en Mesoamérica.
“El culto al falo ocupó un lugar importantísimo en el mundo prehispánico, ya que éste estuvo intrínsecamente ligado a la naturaleza. El origen de su culto se puede remontar a las primeras culturas americanas, ya que la importancia de su culto no sólo viene dada por su vinculación a ritos de fertilidad agrícola, sino también a la fertilidad de los propios hombres y mujeres de la sociedad. La base de este culto se asienta sobre el pensamiento religioso de los pueblos agrícolas y su concepción cíclica del universo, donde estos ritos ocupan un lugar importantísimo para mantener el orden cósmico y asegurar que los ciclos reproductivos vuelvan a repetirse, una y otra vez.
La conexión del falo con el mundo agrícola vendría refrendada por las figurillas fálicas que se han encontrado enterradas en numerosos lugares, guardando un claro simbolismo con las semillas de las plantas que se siembran y brotan de nuevo. Y es que el falo es un elemento esencial para el sincretismo de diversas concepciones como la naturaleza, el erotismo, la fecundidad, el poder, la guerra, la magia, etc. Por este motivo es frecuente encontrar representaciones de todo tipo donde vemos falos en estado de erección bastante evidentes, ya sea en guerreros cautivos, o animales sagrados como el jaguar.
Además, muchos expertos también vinculan este tipo de imágenes fálicas con el acto de labrar la tierra y sembrarla, nuevamente vemos como sexualidad humana y naturaleza se mezclan en su sistema de creencias. La función creadora del falo y su semilla se asocia con el arado, que con su surco ayuda a fertilizar la tierra, esta última, adopta un rol femenino, ya que como las mujeres engendra vida en su interior, pero para que esta germine hace falta sembrarla o regarla con el líquido vital.
La realidad es que la importancia de este culto es palpable hoy en día, ya en que muchos lugares de América aún se mantienen ritos y tradiciones muy vinculados con el culto fálico, como pueden ser los casos de las localidades de Tebas, Yahualica y Tutotepec. Donde hasta principios del siglo XX, se siguieron celebrando fiestas populares en municipios donde el culto fálico era el gran protagonista, por no hablar de la tradición religiosa de numerosos grupos indígenas donde esta pervivencia del culto fálico, aún está muy presente.
Divinidades relacionadas con el Culto Fálico.
En Mesoamérica, el culto fálico está relacionado con diversas divinidades y culturas, por lo que es un fenómeno común en todas las regiones. Entre las divinidades vinculadas al culto fálico, Margáin, Ochoa y otros especialistas enumeran unas cuantas:
- Tlazolteotl o Tlaelcuani, Ixcuiname, Xipe, Xochipilli, Tochtli y Mayauel.
- Entre las adoradas en las principales fiestas fálicas del calendario ritual nahua tenemos a: Tepeiluitl, Tlacaxipeualiztli, Ochpaniztli, Xocotlutezi, Tititl, Quecholli, Izcalli, Atamalcualiztli.
- Entre los dioses mesoamericanos, Ehécatl-Quetzalcóatl, también aparecen como divinidades fálicas.” (“Arqueología e Historia del Sexo. Religión y sexualidad en Mesoamérica: Cultos a la fertilidad”).
El falismo en nuestros días.
A nivel psíquico, todo lo que es rayado, alargado y puntiagudo, en nuestro inconsciente, simbólicamente evoca al pene, es decir, lo masculino; en cambio, todo lo que es circular, redondo y ovalado, simboliza a la matriz: lo femenino. Con la publicidad subliminal, los publicistas explotan este conocimiento, para estimular y direccionar a los compradores hacia el consumismo.
El Dr. en Filosofía José Rubén Sanabria Tapia, en la introducción de su magnífica obra, “Filosofía del Absoluto”, escribió lo siguiente: “El hombre moderno profana lo sagrado y consagra lo profano”. Vivimos en una época, en que lo profundo, sagrado y esencial, se han transformado en lo superficial, profano y accidental. Al erotismo y a la sexualidad de la pareja, los medios de comunicación y la publicidad los han banalizado y genitalizado, para convertirlos, única y exclusivamente, en productos de consumo. “Los asuntos privados se publicitan hoy de tal forma que aparecen como hechos públicos de incontrovertible importancia para el devenir de la sociedad. La sexualidad, lo erótico y en general los elementos propios de la intimidad individual y colectiva, adquieren en los medios un estatus de mercancía, que no sólo les otorga un nuevo carácter (bien de uso), sino que como conceptos sufren un proceso de vaciamiento o empobrecimiento, que al parecer es irreversible. Sin duda, un asunto que aporta a la complejidad de lo humano en momentos en que asistimos a cambios importantes en el devenir de la sociedad.” (“Redalyc. Medios de comunicación, publicidad e industria cultural: hacia la genitalización de lo erótico-sexual”).
Eduardo Flores Zazueta