El Mito Universal de la Madre Virgen

El Mito Universal de la Madre Virgen

“El relato evangélico que habla de la virginidad de María no tiene nada de original. El mito de la ‘madre virgen’ recorre toda la antigüedad, desde Egipto hasta la India. Horus, en Egipto, nace de la virgen Isis (tras el anuncio que le hace Thaw); Attis, en Frigia, de la virgen Nama; Krishna, en la India, de la virgen Devaki; Dionisos, en Grecia, y Mitra, en Persia, de vírgenes innominadas… Por cierto, de prácticamente todos ellos se dice que nacieron un 25 de diciembre, en el solsticio de invierno –en el hemisferio Norte-, justo cuando el Sol vuelve a ’nacer’, venciendo a la noche.” (“Blog de Enrique Martínez Lozano. El mito de la madre virgen”).

En el “Glosario Teosófico” de H.P. Blavatsky, leemos: “El dogma de la Inmaculada Concepción no es exclusivo de la Iglesia católico–romana; es universal, pues la vemos en todas las antiguas teogonías. Únicamente cuando los estudios de Mitología comparada y los lingüistas han puesto en descubierto el concepto arcaico de la pura materia primitiva en la que comienza la evolución, gracias a la acción del Espíritu, de la que resulta el Universo manifestado (el hijo de la madre virgen), únicamente entonces ha sido cuando la Iglesia católico–romana ha convertido en dogma la concepción inmaculada de María para no encontrarse en descubierto, o sea sin diosa, como los demás sistemas. Sólo existe una Virgen y ésta no es ninguna mujer, es la pura abstracción de la Naturaleza, el Nóumeno, la potencialidad, el prototipo ideal inmanifestado, que duerme en el seno de lo ABSOLUTO, y al cual el rayo del mismo que inicia la evolución, lanza en el plano de la existencia manifestada, en donde se convierte en fenómenos, acciones y reflejos.” (Págs. 1000-1001. Op. cit.). En teosofía, el huevo eterno simboliza el origen del universo, procedente de la indiferencia material del espacio: “La Virgen Madre”, es el caos del abismo primitivo.

En lo Mítico-Religioso.

En la obra “El Cristianismo, un Mito Más”, del exsacerdote jesuita Salvador Freixedo, podemos leer lo siguiente: “Por ejemplo cuando cita a Isaías diciendo: «Una virgen concebirá y dará a luz un niño» (7:14) para aplicárselo a Jesús y a su madre (Mt. 1:23). Todos los escrituristas — católicos, protestantes y judíos— están de acuerdo en decir que la palabra que Isaías usa no es la palabra hebrea que significa virgen, sino la palabra almah que significa doncella o jovencita. […] El cristiano que crea que la concepción virginal de María es un hecho único y exclusivo de su religión, estará de nuevo en un error, al igual que lo estuvo el autor por muchos años. Porque la verdad es que aun las creencias más raras que el cristianismo sostiene, —y una de ellas es la concepción virginal— las podemos encontrar, a veces con milenios de anticipación, en otras religiones o culturas. En lo que se refiere a doncellas vírgenes dando a luz, los antecedentes son abundantísimos, y antiquísimos. Muchos siglos antes de que María hubiese nacido, ya otras religiones sostenían, como cosa cierta, que sus dioses habían venido a este mundo por medio de concepciones virginales en las que Dios directamente había hecho el trabajo de fecundar a la doncella escogida como madre de su ‘hijo’ o de su enviado. Por lo tanto la idea de que tales creencias son copia de las cristianas, no vale en la mayoría de los casos.

Veamos cómo en el Atharva Veda del hinduismo se cuenta la concepción de Krishna en el seno de su madre la virgen Devaki. Según el Ramayana, Vishnu.se encarnó cuatro veces y las cuatro de madre virgen. En el Kalevala, la gran epopeya nacional finlandesa nos encontramos con otra concepción virginal. Marjatta, que fue fecundada por la baya de un arándano. […] El mito de la concepción virginal es tan viejo como el hombre. Trasladémonos ahora a muchos miles de kilómetros, desde la India a la América precolombina, y a miles de años en el tiempo y veamos otro ejemplo de concepción virginal con Ixquic, embarazada con la saliva de Hun-Hunahpú, transformado en Árbol de Jícara; ella dio a luz a los dioses mellizos Hunahpú (hombre) e Ixbalanqué (mujer). Tal como nos lo cuenta en toda su ingenuidad el Popol Vuh, el libro sagrado de los maya-quichés centroamericanos.

Siguiendo en el tema de las madres-vírgenes, si de los mayas saltamos a los aztecas, nos encontramos de nuevo con una concepción virginal con Coatlicue; embarazada por una pluma de ave y quien a los nueve meses dio a luz un niño que llegaría a convertirse en un ser famoso. Aquel niño fue nada menos que Huitzilopochtli, que tan importante papel tendría posteriormente en la mitología de los aztecas. Podemos decir que el nacer de madre virgen es algo casi natural en los muchos dioses que la humanidad de estos últimos veinte mil años ha adorado. No importa si los hechos han sido verdaderos o no; pero que tantas personas, tantos siglos atrás, hayan tenido creencias paralelas a las nuestras, es un hecho de gran importancia. Leyendo las historias antiguas de los mismos autores que nos narran otros hechos históricos ciertos, nos encontramos que la madre de Hércules fue virgen y lo mismo fue la de Sosios en Persia; los fundadores de Roma. Rómulo y Remo nacieron de la virgen Rea; Atis tuvo por madre a la virgen Nana y vírgenes fueron, según las historias, las madres de Dionisos, Zoroastro, Perseo, Esculapio el dios de la medicina y Buda. Y hasta de héroes que no llegaron a la categoría de dioses, los historiadores aportan detalles de cómo sus madres los concibieron sin que mediase obra de varón: Pitágoras y Platón están entre ellos. En el caso de Platón. Apolo se le apareció a Perictione, su madre, y le dijo que tendría con él un hijo; y cuando ya estaba en estado, se le apareció asimismo a su desposado Ariston para decirle que lo que había en el vientre de su prometida, no era obra de varón alguno sino de él mismo.” (Págs. 16, 43-46. Op. cit.).

En lo Astrológico.

La idea de una virgen-madre era cosa común en las religiones de la antigüedad y una prueba de ello la tenemos en los signos del Zodíaco. Éstos están totalmente relacionados con las religiones más antiguas, cuyo dios central simbolizado de una manera u otra, era siempre el sol y cuyos dioses menores eran los cuerpos celestes. Pues bien, en las representaciones del Zodíaco que nos han llegado de la antigüedad, vemos que la constelación Virgo está representada por una joven con un niño en brazos, cosa completamente ilógica si no se tratase de una virgen madre.” (Pág. 47. Op. cit.).

El Instructor de esta Era Zodiacal de Acuario, el Dr. Serge Raynaud de la Ferrière, precisa lo siguiente: “La tradición astrológica demanda que se tomen siempre en cuenta las oposiciones para el simbolismo. Así que Jesús de Nazareth no solamente tenía en su esquema natal la mayoría de los planetas en el signo de los Peces, sino que también vino para manifestar la Era Cristiana, la Edad Pisciana. A su nacimiento, pues, cuando el sol en precesión equinoccial se encontraba en el grado cero de los Peces (constelación Piscis) estaba exactamente opuesto al signo de la Virgen (180°). Se dice que es nacido de una Virgen. […] De acuerdo con las Eras precesionales, el origen de nuestro planeta data de esta parte del zodiaco, es decir, que nuestro mundo habría de ‘principiar’ cuando el punto vernal estuviera en el signo de la Virgen (La Madre, la matriz universal) y así mismo los tiempos terminarán cuando el Sol se encuentre en la época de la Balanza (la Balanza del Juicio Final). Por supuesto, todo ello a través de algunos millares de revoluciones de Eras (muchas rondas zodiacales de 25,920 años).”  (Págs. 50 y 231. “Yug Yoga Yoghismo. Una Mathesis de Psicología”).

Las Madres Vírgenes de los Guías de la Humanidad.

El Maestre Raynaud de la Ferrière, en otra de sus magnas obras, escribió: “Periódicamente han aparecido Seres sobre la tierra que han sido los fermentos indispensables y también la Encarnación de los mitos religiosos: Adonis, Heracles, Hermes, Krishna, Osiris, Dionisio, Atys, Mithra y muchos más en todas las razas, subrazas o ramas de la Humanidad.[1]

[1]”Naturalmente, no todos son INSTRUCTORES de ciclo, sin embargo, existen grandes similitudes de Tema: El hecho es bastante curioso y hasta hemos revelado la cita de una revista de La Habana (Pro-Vida, del mes de Junio de 1948). El artículo comprende la lista siguiente de ENVIADOS DEL CIELO que antes de Jesucristo predicaron sus doctrinas.

Obsérvese que TODOS existieron antes de la Era Cristiana. Fueron los siguientes:

No son más que propulsiones emanadas de la Voluntad positiva Divina inscritas en el mundo físico a fin de anular, por medio de su misión y sacrificio, la voluntad negativa engendrada por la humanidad. Por ahora no haremos diferencia entre los Enviados, Maestros o Instructores. La Humanidad, hija de Dios (con antigüedad de 500,000 años por lo menos, si no es en un millón), no ha sido nunca dejada sin Guías. Las Revelaciones de los Cristos (Dioses-Hombres), son llevadas progresivamente a las razas para preparar las siguientes. Admitir que Jesús haga parte de un mito cristiano, implica la existencia de Cristo, porque si no, dado el razonamiento de los racionalistas, habría que negar de la misma manera la irradiación cósmica, los ‘gamma’ o los rayos ‘X’. Digamos simplemente que existe una ley de cristalización y es suficiente.” (Págs. 252-253. “Los Grandes Mensajes. Tercer Mensaje. Los Misterios Revelados”).

El Maestre en su peregrinaje por la India, en el que fue reconocido como Mahatma Chandra Bala, él nos describe una de sus experiencias: “Estaba en Brindaban (norte de la India), en el Templo. Allí meditamos al pie de la cuna de KRISHNA, elevada en una maravillosa atmósfera, al compás de los cantos rítmicos de los Brahmanes; Hari-Aum se cantó repetidas veces, por todos los peregrinos reunidos allí llevando sus presentes que eran depositados ante el pequeño lecho del Héroe-Hindú, quien precedió a Jesús y a Gautama. En tiempos remotos él fue proclamado como el Cristo y todavía sigue siendo adorado por 250 millones de seres humanos. La repetición de Hari-Aum, sin cesar, produce el sonido Mariam y fue para mí una experiencia agradable, escuchar el nombre de la Virgen de los católicos, en un lugar religioso, que existe desde miles de años antes de Roma. Myriam es la madre Virgen de los hebreos. Esta idea de una Madre Divina existió siempre (María, madre de Hermes; Maya-Devi era la madre de Buda) llamando la atención las similitudes que pueden observarse en todas las religiones.” (Pág. 523 “Los Grandes Mensajes. Quinto Mensaje. Misticismo en el Siglo XX”).

De Tonantzin Coatlicue a la Virgen de Guadalupe.

“De acuerdo con los historiadores, en el actual cerro del Tepeyac se veneraba una deidad femenina cuyo nombre era Tonantzin (en náhuatl: ‘nuestra madrecita venerada’). […] Para entender la emergencia y éxito del culto guadalupano, hay que acudir a la fuente más antigua del relato: el Nican Mopohua. El Nican Mopohua que significa «aquí se relata» es el texto en náhuatl que narra las apariciones marianas en el cerro del Tepeyac. El texto fue escrito por Antonio Valeriano, quien según la leyenda, escuchó el relato de la viva voz de Juan Diego. En el texto, Valeriano utiliza palabras metafóricas como jade y plumas para referirse a la Virgen María, expresiones que eran tradicionalmente usadas en el mundo prehispánico. Asimismo utiliza palabras como Tlalocan para el paraíso y Tonacatlalpan, tierra de los mantenimientos, para nombrar el cielo donde habita la virgen.

Actualmente los teóricos del culto católico mexicano ven en el trabajo de Valeriano la cristianización de la divinidad prehispánica o de la asimilación del título «nuestra madrecita». Bernardino de Sahagún comenta: «Todos decían ‘vamos a la fiesta de Tonantzin’; y ahora que está ahí edificada la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin. Y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente».” (“México desconocido. De Tonantzin a la Virgen de Guadalupe, la celebración de «nuestra madrecita».”).

“Los elementos que comparten Coatlicue Tonantzin y otras deidades femeninas con la Virgen de Guadalupe son el papel de figura materna, de creadoras y protectoras que ofrecen consuelo en momentos difíciles. Los mitos de estas divinidades comparten simbología como el sol, la luna y las estrellas. No solo eso, Coatlicue queda embarazada debido a un puñado de plumas, mientras que la Virgen María se embaraza por obra del espíritu santo. Aunque de diferente tiempo, el resultado es el mismo,  las deidades de ambos cultos son madres protectoras, que parieron hijos destinados a ser salvadores.” (“Chilango. Esta es la relación que comparten Coatlicue y la Virgen de Guadalupe”).

Las madres vírgenes en el reino animal.

Algunos animales pueden tener crías sin aparearse gracias a un proceso denominado partenogénesis. “La partenogénesis es una forma de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales femeninas (óvulos) no fecundadas, que se da con cierta frecuencia en platelmintos, rotíferos, tardígrados, crustáceos, insectos, anfibios y reptiles, más raramente en algunos peces y, sobre todo, en aves. La partenogénesis fue descubierta por Charles Bonnet. Jan Dzierżon fue el primero en descubrir el origen partenogenético de los zánganos de las abejas. Consiste en la segmentación del óvulo sin fecundar, puesta en marcha por factores ambientales, químicos, descargas eléctricas, etc. En algunos casos (peces), a los que nos referimos como geitonogamia, se requiere el contacto o la fusión con un gameto masculino, pero no se completa la fecundación, no contribuyendo con sus genes la célula masculina. En algunos animales y bajo ciertas condiciones específicas, un óvulo puede desarrollarse en un nuevo ser sin que haya sido fertilizado por un espermatozoide.” (“Wikipedia. Partenogénesis”).

Relacionado con este tema de la Madre Virgen, en el libro de Eugene E. Whitworth, “Las Nueve Caras de Cristo. La búsqueda del verdadero iniciado”, podemos leer lo siguiente: “Esta mujer dispuesta se encuentra simbolizada en todas las historias de las diosas de todas las razas, en la paciencia infinita de Isis, cuando buscó todos los pedazos del cuerpo mutilado de Osiris, y en la historia del Nacimiento de Horus por Inmaculada Concepción. En cada religión y en cada lengua se encuentra su símbolo. Siempre se le llama María, el Gran Mar de la Creación. Ella es la Virgen Madre Eterna quien gustosamente ayuda al hombre a probar su disposición a la reascensión al trono de su Divinidad”. (Pág. 282. Op. cit.).

Eduardo Flores Zazueta

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